Eros y Thanatos

Toda cara conlleva su contra-cara... es la fuerza irresoluble de una filosofía que no se reconcilia en sí misma con ninguna norma, ya ni en lo verdadero o lo falso, rebelándose ante cualquier estructura o unidad del "ser". Es la alquimia del Universo donde "bien" y "mal" confunden sus fronteras, es la maravillosa mezcla que resiste al ensueño por propio instinto vital, la imagen imposible que se calma hacia un orden tejido por los ritmos del tiempo pero por nadie prometido... el secreto del Teatro es inmolar de si mismo todo lo que no escape a la curiosidad, pero la curiosidad invita a reír por distanciamiento, por diferenciación, y a veces genera el llanto por emoción o coincidencia de un sentimiento, por impotencia... pero aquello "curioso" por distinto, lo "otro" en él nos llama, nos invade para que con nuestra mirada detengamos al tiempo sobre su extra-cotidianidad, allí encontramos las muecas que nos sensibilizan hasta hacernos reflexionar, antes y de maneras poco evidentes o después. Hay veces que nos creemos demasiado diferentes a éso "otro", y lo acribillamos en más de un sentido, pero el Teatro nos expone la hibridación que muchas veces no soportamos ser. Esa condición a medio camino entre la realidad y la ficción, hacia la verdad o la mentira, entre el sueño y la vigilia... desde el amor y el odio, entre la vida y la muerte.
Para Freud de las dos fuerzas que rigen al Universo, la más vital y poderosa se llamaba Eros (el dios griego del amor) el que da luz sobre la oscuridad desde los márgenes de nuestra conciencia, Thanatos en cambio (el dios griego de la muerte) es la destreza que se resiste al avance de toda armonía, el gran represor de los ritmos, y aunque su hábitat más común sea el "Super-yo" (a diferencia del Eros que frecuenta mejor el "Ello") es también un instinto por más paradójico que nos resulte. Pues en todas las capas de la psiquis operaban para él estas energías, si bien en las estructurantes reine el operador, Thanatos, el dictador de todo orden en las más flexibles esferas incontrolables de nuestro ser, aunque en lo inconsciente de nuestra imaginación, en los sueños y deseos, se mueva ondulante el afectuoso Eros embellecido desde el caos. Orden y Caos son temas de muchos pensadores, el Teatro los confundirá hasta unirlos en el instante similar donde los metales se rechazan dentro del fundido mientras se unen en raras aleaciones, paradoja, pues luego de tocarse la tragedia vendrá inmaculada con una enseñanza para los hombres: ¿Cómo tomar partido ante semejantes bestias que se enfrentan hasta confundirse sus intenciones y necesidades? de ahí la percepción sin juicios, entonces, sólo queda espectar movimientos, cambios en la duración del tiempo, pero también, acumulación, tendencia a concentrar el poder... y finalmente tras el soberbio espectáculo de destrezas en acción, en el mismo instante en que la psiquis formula la Interrogación filosófica, surge la explosión... se tenderá hacia la armonía, a olvidar ese tiempo puro, a desplazar lo insoportable de la diferencia, se vuelve a las jerarquías y unidades, se retorna al "ser", ya no habrá auge para el instinto. Y sin embargo lucharán en una batalla terrible mientras exista la escena (aun virtual o abierta de sus espacios más clásicos) evidenciando la multiplicidad de sentidos, sin privilegios ni tendencias... Para Nietzsche serán Apolo (el orden) ensoñado, la tendencia a profesar la Verdad y recortarla con su ojo luminoso para distinguirla, prestigiarla, en fin para armar jerarquías de poder. Y Dionisio (el caos) embriagado instinto, fuerza expansiva de la naturaleza, fusión de cuerpos extasiados, energía barbárica y marginal... serán ellos, ambos símbolos en un enfrentamiento eterno mientras se ejerzan las fuerzas de la representación, y mientras el primero pretenda "imitar" la realidad, el segundo desea metamorfosearse una y mil veces sobre las "potencias de lo falso", que a la hora de entretejer al mundo (piensa el filósofo alemán) no dista mucho de la realidad. Es la filosofía poética de una interrogación sobre el cosmos agonizante, no se puede elegir la una sin la otra, pues, no hay manera de priorizar una de las caras sin dejar de contener a su contraria, la "otra" (por más terrible que parezca o por más insulsa, según se evalúen la una o la otra) también la constituye.

 
Thanatos

Embriagado sobre Hades
empalagada sangre de Hidra
no reclames más deseos
arde tu látigo de fuego.

Vidente ciego numerando
órganos para ejecutar ese
oficio de virus en preso
envidiando a la vida.

No busques más servidores
a los que prometes fortuna
para renacer dentro del Caos
pues al oírte se habrán matado.

Demonio, arma de Poseidón
a base de metano congelado
para inundar la piel de Atenea
bajo el tormento de Hera.

Extraño pecado eres necesario
por dejar el halo de azufre
que advierte a los jinetes
responsables de tu noche.

Milico vampiro, asesino
del derecho dinámico
estructura de dogmas
desgastados entre tus brazos
bien ejercitados por la sobra
de brillo en la razón gobernante
del reprimido vengativo
llamado Thanatos, el Destructor.

No me pidas más deseos
arde tu látigo de hielo pero
mantenme callado y prohibido
cuando los correctos bordes
manchen mis disponibilidades.

Eros

Tímida canción de Pan
indomable en Hércules
lanzando flechas a cada
uno de los amantes.

Brote lento rescatándose
del suceso y perpetuando
un sentir bello que seduce
hasta a la muerte.

Suave pasión de bestiales
locos que ruedan ondulando
y con sus muchas vueltas
fecundan sonrisas en piruetas.

Ángel, ambrosía del padre Zeus
hecha miel con pestañas de ninfa
para amantar a Dionisio
mientras goza Afrodita.

Virtud del origen amable
por lograr espontáneo mercurio
esculpido como león en celo
vitalizando lo inevitable.

Educador festivo, promotor
del derecho versátil
carisma diluido con anhelo
para gestar las coherentes
inserciones en el mundo
posible de realizar afectos
bajo el motivo libidinal
llamado Eros, el Generador.

Cautívame los ideales
con tus punzantes pasiones
mantenme inspirado y bello
cuando la brisa del amor
agobie extasiada a mi risa.

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