Reconoce algo sutil pero no puede negar sus
costras a la espera de humedad, fuentes de pequeños destellos en minerales se
nutren con los principios de todo lo del final, lo del resto que jamás suma
aunque se multiplique en su pesar, cuando ya se seca lo que se movía filtrando
minúsculamente. El foco de luz se hace más intenso adecuando con belleza
carente de presente al peso de lo que estúpidamente ya no logra devorar sobre
todo lo del fondo… creación de la persistencia. Pero ante el encastre, bajo el
juego de los opuestos, ahora le toca esperar.
Entorno de la tragedia, asume el riesgo de
la luz como auge de su cáscara en el momento costra, debe volver permeables sus
poros con el vapor visitante del aire, mismo vapor que en lo más alto se supo
congelar. Reserva en fuentes de gigantes destellos marinos llegan punzando la
tierra, la inversión emprende el instante más oscuro… alisados los vapores
desde arriba, sobre la danza del agua que pasea suspirada entre el viento, la Naturaleza no
contempla, ya no reconoce ni espera, percibe los jugos urgentes, se torna
presente desesperando y relajando hacia una atención plena que se pierde cuando
se aprecia a sí misma… sutil.
Soplo del resplandor siempre existente pero
que aprende a reptar articulando su desplazamiento hacia la suspensión, modo
con el cual huye de su desdicha por el desborde que anticiparía un nuevo final.
Y desde lo más profundo nacen los colores sumados los enlazamientos de diseños
y texturas, así copulan los descendientes transformando el ambiente con hiladas
sublimes.
La Naturaleza desconoce la importancia de las
diferencias, luchará contra el dolor y por el placer. Aprehende una belleza
terrible en el seno íntimo de las ambigüedades, crece sin vislumbrar la
permanencia de lo bello, de ninguna creencia. Pelea, presencia, ama, decide,
niega, descansa, revienta, se adapta matando caprichos y obsesiones, se sabe
crecer.
Y contra el Tiempo hizo una máquina del
espacio, condenando sus primeras fuerzas a la decadencia, se replicó desde el
comienzo con la energía de sus elementos creando, de entre todas las gamas, un
azul eléctrico que acercaba al fuego sobre la faz de la tierra cuando la danza
del agua era anhelada… inicio de la crueldad que no deja respirar, violencia de
orden instrumental, fundación de la tecnología.
Azul eléctrico… rotundo viaje de rectas,
oblicuas y en telarañas, lluvia de rayos hacia el movimiento que se pretenderá
especial en algún momento de amantes narraciones donde la meditación avanza
espiralada sobre los planetas y cuantas esferas repiten los hilos que tensan
acuerdos alumbrados, ahora en cuerdas nebulosas se hace el sonido de los
desplazamientos planetarios… la música de los cuerdos que interpretan a la
estética. Sonidos sobre imágenes diluidas que remiten a pedazos de ausencias
partidas fueron valorados en nuevos parlamentos e imágenes de costras, valor
del resto, lluvia de anuncios anónimos asocian y reproducen viejas voces bajo
el azul eléctrico que ya no es fondo, había sido foco en la espera de humedad
desde el comienzo.
Llegada de la comedia, en el principio de la
secta del logos cuando se quiso especializar lo sutil como naturalidad, la
carcajada espiritual se descostilla frente a lo solemne, misterio que media
entre las redes cuando el mythos reordena sin luces o procazmente… Amor, deseo,
impulso fundante, rayos de lazos en la cercanía de toda mente, rayo lejano que
trajo al agua hacia la fecundidad, que se volvió fuego y pareció brillar en
ambición instrumental, y se supo especial por la necesidad de postergar el
final del ciclo natural. Acidez, eructo técnico que excusa a la abundancia
mientras se burla de eso sutilmente abstracto que lo ha legitimado con algún
nombre privilegiado ante su contrario, pero que ni siquiera recuerda su origen
irracional… grotesco, estreno del vicio, resaca tras las flatulencias.
Azul eléctrico en el caldo primigenio,
parodia del Tiempo conciente de sus direcciones, modificación de los elementos,
reflejo azul, intermitencia, resplandor, vida, adelanto del espacio que se irá
embrollando en tramas de luces y energías, de poder y placer por más sabor…
costosas reuniones hacia el prestigio de la telepatía que acelera procesos.
Allí la velocidad por inmortalizar los
cuerpos se sabe natural para ganarle la guerra al Tiempo. Pero cuando llegue
esa época de cables en nervios, la ciencia ficción se recopilará entera como la
nueva bíblica de otra era sobre la Naturaleza, la era azul y eléctrica entre los
cuerpos, entre metales transmisores de electricidad inorgánica llamada
información, en cerebros… Artificialidad de la velocidad, herida sin precedente
sobre la psiquis, fusión entre azules eléctricos que aceleran los nervios sin
saber sus efectos asegurados en una presencia carente de belleza, siempre
rápida casi como un impulso del existir,
pero con el fantasmal temor de regresar de amplias dimensiones estelares aun
sin la sangre que continuará su viaje primero, mientras sigan desplegándose los
organismos envueltos que esperan desarrollarse desde los momentos de ausencias
partidas, costras resquebrajadas del barro reseco que ya ni filtra lo que
naturalmente se movía en su intento.
La Naturaleza plegada en lo seco
seguirá esperando al agua una y otra vez, a la que siempre reconoce por medio
del rayo, del trueno, pero sus hijos domadores del fuego, predicarán el
porvenir de algo “sutil” en el azul eléctrico como si fuera un efecto
extirpable de todo lo natural, exacerbando ése único acontecimiento como el más
vital.
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